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domingo, 7 de febrero de 2016

Reseña a Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú

La desigualdad de los ingresos como todo proceso económico[1] y social se determina en el tiempo y a lo largo de él va adoptando características particulares de acuerdo a los hechos económicos, sociales y políticos que terminan configurándolo. Es así que Contreras et al (2012) se proponen “reflexionar sobre los orígenes históricos del fenómeno de la desigualdad económica en el Perú” (p.1). Ellos llaman la atención respecto a la permanencia y consolidación de la desigualdad en América Latina a casi doscientos años de independencia. Parten reconociendo que el pasado histórico, en especial el colonial iniciado en el S. XVI y que culminó en el S.XIX, posee un lugar importante a la hora de explicar la desigualdad. Así indican que una vez iniciada la civilización comercial colonial de los recursos naturales de América “(…) la desigualdad rápidamente se abrió paso, conformándose un mundo bipolar, en el que no solo los niveles de riqueza y bienestar eran harto distintos entre colonos y nativos, sino que también lo eran sus capacidades y derechos” (p.1-2).

Los autores hacen una breve revisión de la literatura relacionada al estudio de la desigualdad en América Latina: desde la teoría cepalina de la dependencia y de la escuela marxista, que indicaban que la convivencia de estructuras modernas venidas desde Europa junto a otras de menor desarrollo tecnológico como la latinoamericana basada en economías agrícolas explicaba la persistencia de la desigualdad, hasta el enfoque institucionalista con su dependencia del camino que explicaba la dificultad de cambiar las distintas trayectorias del desarrollo originadas por las diferencias en las instituciones del tiempo fundador de las naciones desarrolladas y las que no lo eran. También mencionan los aportes de Acemoglu et al (2002) con su teoría de las instituciones extractivas, de Figueroa (2003) al explicar la necesidad de la homogeneidad social y política para lograr el desarrollo y de Coatsworth (2008) con sus imperios débiles y el papel de la inestabilidad política de la etapa post-independencia.  

A inicios de la colonia, la marcada desigualdad tanto en los ingresos como en los activos sociales y políticos fue vista como la base de un ordenamiento jerárquico necesario —de origen divino— y muchas veces justificado en favor de la estabilidad social. La sociedad se encontraba dividida entre colones españoles, mestizos, indígenas y esclavos. Los privilegios que poseían unos y carecían otros se determinaban básicamente por la cristiandad[2]. La economía contaba como pilares al comercio, la minería y la agricultura. En cuanto a la distribución de la riqueza y el empleo eran los españoles quienes se dedicaban a la actividad comercial y a las funciones públicas, poseían las mejores tierras y en su mayoría se ubicaban en las áreas urbanas. Los mestizos poseían una estatus de “segundones” en relación a las actividades que los españoles realizaban, los indígenas eran campesinos de subsistencia y los esclavos carecían de derechos.

Finalmente, Contreras et al (2012) realizan una periodización tentativa de la desigualdad en el Perú una vez conseguida la independencia. La primera fase (1821-1890) arranca con el nacimiento de la República. El periodo se caracteriza por un incremento del tamaño relativo de los indígenas, la expropiación de las propiedades españolas por parte de la nueva República, su progresiva redistribución, la abolición de la esclavitud y la elaboración de constituciones liberales. Sin embargo, a pesar del escaso alcance del Estado en materia reguladora y sancionadora, así como el aún convulsionado escenario político y la concentración de la riqueza que resultó del Boom del guano, el balance fue favorable a la reducción de la desigualdad.

El segundo periodo (1890-1940) es “complicado” en término de los autores y se inicia años después de terminada la guerra con Chile. Durante este periodo la concentración de la propiedad aumentó a un nivel superior a los de épocas anteriores. Se fortaleció el aparato regulador del Estado, se permitió el latifundio minero, ingresaron capitales extranjeros, y se produjo a la par de un auge exportador agrícola una modernización de la economía. El balance del periodo es difuso, aunque los autores citando a Hunt (2011), y su reedición, indican que los salarios reales de los trabajadores del sector capitalista, junto a los ingresos de los propietarios y a los trabajadores más calificados, sí habrían mejorado (p.32).

El tercer periodo inicia en 1940. Los procesos migratorios a la ciudad consiguieron la formación de la población urbana marginal empleada fuera del sector capitalista formal. Junto a la urbanización de la población se produjo una mejora en diferentes indicadores sociales como la caída de la tasa de mortalidad y la reducción del analfabetismo (39% en 1961). Sin embargo, producto de los cambios demográficos y sociales acontecidos se hacía notorio la necesidad de atender a las necesidades de un amplio sector de la población por una reforma agraria y la industrialización de la economía.




[1] La realidad social es compleja, así la economía para estudiarla hace uso del método de la abstracción y la transforma en una serie de procesos que pueden ser modelados para su estudio. Estos se caracterizan por su repetición y regularidad temporal (Figueroa, 2015).
[2] “(…) Solo los cristianos viejos podían llegar a ser miembros del alto clero, prominentes oficiales del ejército o una autoridad de elevada jerarquía; solo ellos podían aspirar a gozar de la posesión de una encomienda, del permiso para ejercer el comercio ultramarino, ser titular de una mina y de la partida de mitayos que esta podía implicar.” (Contreras et al, 2012, p. 8).


Referencias

A. Figueroa. (2003). La sociedad sigma: una teoría del desarrollo económico. Lima: Fondo de Cultura Económica y Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
C. Contreras, S. Gruber, C. Mazzeo. (2012). Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú. Lima: Departamento de Economía (Documento de Trabajo 328). Pontificia Universidad Católica del Perú.
D. Acemoglu, S. Johnson y J. Robinson. (2002). The reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution. Quaterly Journal of Economics, vol. 117, no. 4 pp. 1231-94, 1231-94.
Figueroa, A. (2015). Growth, Employment, Inequality, and Environment. Unity of Knowledge in Economics. New York, United States: Palgrave Macmillan.
Hunt, S. (2011). La formación de la economía peruana. Distribución y crecimiento en la historia del Perú y América Latina. Lima: BCR, IEP, PUCP.
J. Coatsworth. (2008). Inequality, Institutions and Economic Growth in Latin America. Latin American Studies 40, Cambridge University Press, 545-569.


martes, 15 de diciembre de 2015

Comercio y Pobreza

*El presente es una versión ampliada del documento original publicado en el Blog Unversitario del diaro Gestión.

Una de las principales características del comercio internacional, desde sus inicios, es la especialización productiva de los países. Por un lado, algunos de ellos, los del “centro”, exportan productos manufacturados y con alto valor agregado. Por el otro, los de la “periferia”, comercian materias primas y productos de escaza transformación. Estos patrones de comercio, a su vez, contribuyen a explicar los diferenciales de ingresos entre países. En ese sentido, se han determinado hechos en materia social que las ciencias sociales deben explicar. En específico, y con el objetivo de esclarecer si es que la impresionante explosión del comercio global, registrada entre los años 1820 y 1913 ha contribuido a aumentar la «Gran Divergencia» entre esta “periferia pobre” y el “centro industrializado”, es que Jeffrey G. Williamson[1] escribió en 2011 su popular libro Comercio y Pobreza[2].

A lo largo de las líneas que siguen nos ocuparemos de reseñar esta importante obra. Como el mismo autor lo señala, esta es resultado de medio siglo de sus investigaciones, y así se puede decir que contiene el trabajo desarrollado a lo largo de toda su carrera. Por lo mismo, esta publicación cuenta con la virtud de poseer una vasta bibliografía y series de datos históricos que, combinados con estudios de casos, contribuyen a derivar conclusiones razonables y empíricamente válidas. Se partirá detallando las principales características del «Primer siglo global»; luego los procesos de desindustrialización y especialización entre países, para luego analizar el impacto que la explosión comercial de este periodo tuvo sobre la distribución del ingreso. Finalmente, y mediante la exploración de diferentes canales de impacto se llegará a la principal conclusión de la obra: existe una correlación positiva, y además de causalidad, entre la paulatina globalización del mundo iniciada en el siglo XIX y la brecha económica observada entre el Primer y el Tercer mundo.

El «Primer siglo global» y el papel de los términos de intercambio en la periferia

El «Primer siglo global»  iniciado en 1820 y que finalizó en el año 1913, se caracterizó por cuatro importantes hechos. En primer lugar porque las economías que se determinarían como las del centro iniciaron un proceso de apertura comercial dejando atrás al mercantilismo. En segundo lugar, las innovaciones tecnológicas como la máquina a vapor y la revolución de los transportes, con el ferrocarril y el barco a vapor, favorecieron el comercio[3]. En tercer lugar, y como resultado del desarrollo de la naciente manufactura, se dispara la demanda de toda clase de productos. En cuarto lugar, el mundo atravesaba un periodo de relativa paz que estimulaba el desarrollo del comercio. 

Figura 1: Crecimiento del PBI per cápita en el mundo, 1820 a 1913


Tomado de Williamson, J. G.  (2011)
Fuente: Maddison (Marzo 2009), http://www.ggdc.net/maddison.


No obstante, el «Primer siglo global» también marca el inicio de un «Primer crecimiento milagroso», anterior al experimentado por los tigres asiáticos y China durante el siglo XX, y que fue originado por las revoluciones industriales en Europa occidental[4]. Por otro lado, como resultado de las políticas comerciales de apertura, las diversas revoluciones de los transportes y el rápido crecimiento manufacturero en Europa, se dio lugar a una explosión positiva y sostenida de los términos de intercambio en la periferia exportadora de materias primas. Este proceso globalizador[5] contribuyo así también a la especialización en una o dos materias primas por parte de los países de la periferia y en la consiguiente reducción de su producción manufacturera (desindustrialización) y de una mayor volatilidad de los precios[6].  Así, durante 1796 a 1800 y entre 1856 y 1860, mientras los términos de intercambio del Reino Unido, que por aquel entonces representaba la mayor potencia comercial, cayeron, los términos de intercambio de la periferia, excluyendo China y el resto del Asia oriental, crecieron a la tasa anual de 1,5 por ciento, incrementándose en más del doble. Gracias al libre comercio, Gran Bretaña y el resto de Europa lograron que sus excedentes de producción, resultados del crecimiento de la productividad[7],  encontraran una salida a los mercados mundiales, y esto mientras las economías pobres se desindustrializaban[8].

Figura 2: Términos de intercambio, 1796 a 1913: Reino Unido versus periferia pobre


Tomado de Williamson, J. G.  (2011)
Fuente: Williamson , J. G. (2008: Fig. 2)

La Economía de la desindustrialización, el Síndrome holandés y algunos ejemplos

Cuando W. Lewis (1978, 1980), premio nobel de economía en 1979, postulaba al comercio como motor de crecimiento, se refería en primer lugar al hecho de que cuando más elevado fuera el precio al que un país alcanzara obtener por sus exportaciones, y cuanto más bajo fuera el precio que tuviera que pagar por sus importaciones, mayores serían los beneficios logrados con la actividad comercial. Otro elemento motor del crecimiento, al que hacía alusión Lewis, era el que sostenía que la participación de las exportaciones en el producto interior bruto de los países del Tercer mundo debía de pasar de unos niveles bajos hacia otros más elevados, esto es, dichos países deberían de comenzar a explotar mejor las oportunidades del comercio con el tiempo. Sin embargo, pese a los beneficios que ofrecía el comercio, existen tres factores con capacidad potencial para contrarrestar, en el largo plazo, el incremento registrado a corto plazo en el crecimiento: la desindustrialización, la excesiva búsqueda de la rentabilidad y la volatilidad de los precios[9].

Para hacer valorizaciones comparativas y cuantitativas, Williamson utilizó estimaciones de las manufacturas textiles realizadas por Paul Bairoch (1982) sobre el proceso de desindustrialización del Tercer Mundo a lo largo del siglo XIX. A partir de estas, se pudo calcular el porcentaje de la producción manufacturera de las diferentes regiones con respecto al total mundial[10]. Se constata que a partir de 1800 comenzó la desindustrialización de la India (caída de 5%) y la industrialización del centro de Europa (subida de 5%), mientras China mantuvo su nivel de 1750. En 1830 se formó lo que ha pasado a considerarse como el «nuevo orden económico». Este, habría arraigado a partir de 1860. El centro desarrollado acumuló 39.5% de la producción manufacturera, mientras el resto de las regiones descendió en sus niveles. Finalmente, en 1880 se completó el proceso: Europa tenía una participación en manufactura del triple de la China, diez veces la de India y dieciséis veces al del resto de la periferia.  En suma, se concluye que existen diferencias en los ritmos en los procesos de desindustrialización que se llevaron a cabo en este periodo[11].

Figura 3: Producto manufacturado mundial, 1750 a 1938 (en porcentajes)


Tomado de Williamson, J. G.  (2011)
Fuente: Simmons , C., (1985: Tabla 1, 600) basado en Bairoch (1982: Tablas 10 y 13,
296 y 304).
Nota: la India se refiere a todo el subcontinente.

Explosión comercial y desigualdad

Se considera que la distribución de los beneficios de la globalización posee un impacto en el comportamiento del crecimiento a largo plazo, en la Gran Divergencia. En ese sentido, y de acuerdo Lewis[12], los efectos de la explosión comercial anterior al año 1913 en la periferia no solo poseen como elementos a la respuesta de los flujos de capitales internacionales, de la migración internacional de la mano de obra y de las políticas de asentamiento territorial, sino también al impacto de la explosión de los términos de intercambio, y finalmente, la influencia de esta crisis de precios en la distribución de los ingresos y en el poder político. Dado que en las sociedades pre-industriales la «parte del león»[13] de la desigualdad se explica en función de las diferencias de ingresos medios existentes,  se procede a estimar el coeficiente de Gini que será comparado con la frontera de posibilidades de desigualdad (FPD)[14]. Los resultados indican que eran las economías pre-industrializadas más avanzadas de la Europa noroccidental (Holanda de 1561 a 1808, Francia en 1788, Inglaterra de 1688 a 1801) las que más se alejaban de esta curva y que por lo tanto reportaban las menores tasas de extracción, calculadas como el ratio entre el coeficiente de Gini real y el máximo de desigualdad posible. En contraste, economías de la periferia pobre como Perú (1876) y Brasil (1872) se mostraban muy próximas a la FPD, con tasas más altas y por tanto mayor desigualdad.

Figura 4: Desigualdades antiguas: Estimación de coeficientes de Gini y la frontera de posibilidades de la desigualdad.


Tomado de Williamson, J. G.  (2011)
Fuente: Milanovic , B. , P. H. Lindert , and J. G. Williamson ., (2008: Fig. 2).

Por otro lado, centrando el análisis en la comparación entre los rendimientos del trabajo y de la producción del suelo, se puede explicar el comportamiento de la distribución de los ingresos. Así, el comercio global anterior a la primera guerra mundial, dado que el suelo y los demás recursos naturales se encontraban concentradas por una minoría, provocó una desigualdad menor en las economías con escasez de recursos (como en Europa y Asia Oriental). Y en aquellos casos en que la industrialización no había logrado arraigar aun, el comercio global anterior a la Primera guerra mundial indujo un aumento de las rentas  del suelo y una caída de los salarios, generando así una mayor desigualdad. Este fue el caso de Europa oriental, Oriente Próximo, el Cono Sur, el Punjab y el Sudeste asiático[15]. Por consiguiente, se colige que la desigualdad en la periferia pobre del siglo XX no se debió a la desigualdad de los ingresos, sino más bien a la presencia de unas rentas elevadas en un contexto precedido por una situación relativamente fija de la propiedad «rustica» y de los recursos mineros.

La Globalización y La Gran Divergencia

Hasta el momento se han señalado tres razones por las que resulta válido pensar que las fuerzas globalizadoras del siglo XIX fueron menos favorables al crecimiento económico en la periferia que en el centro. La primera razón se deriva del proceso de desindustrialización como resultado de la espectacular explosión de los términos de intercambio durante el «Primer siglo global». Esto determinó un rezago de la periferia respecto a su relación con el Primer mundo, y que puede ser explicado según las teorías del crecimiento endógeno[16]. La segunda razón indica que fue esta misma explosión de los precios, la que mediante el aumento de las exportaciones de materias primas aumentó las desigualdades en la periferia pobre exportadora de materias primas. La tercera razón se refiere al hecho de que la volatilidad de los términos de intercambio a la que tuvo que hacer frente la periferia fue mucho mayor a la que sorteó el centro rico[17]. Como resultado, se puede concluir que si bien el desarrollo del comercio proporcionó beneficios tanto para los países industrializados como para los exportadores de materias primas, lo cierto es que el reparto de estos beneficios estuvo indudablemente sesgado hacia los exportadores de manufacturas y de esta forma tuvo un impacto asimétrico sobre las tasas de crecimiento de los países.

Revolución Industrial en la periferia pobre y la respuesta política

Una de las hipótesis más conocida y que busca explicar por qué la industrialización en la periferia  recién se dio a finales del siglo XIXcomo aquella que consta de tan solo cien años en México y Brasil en Latinoamérica o en Bombay, Japón y Shanghái en Asia, indica que esta recién se llevó a cabo cuando la «Gran Divergencia» elevó el coste de la mano de obra en los centros ricos y con ello se hizo más competitiva la periferia. Lo cierto es que la industrialización la Latinoamérica autónoma, liderada por México y Brasil, comenzó antes de 1930; es decir, antes de que las políticas de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) fueran llevadas a cabo[18].  De hecho, algunas de las posibles explicaciones de este despegue industrial, lo constituyen en primer lugar la situación de que en los años posteriores a 1870, los términos de intercambio de Latinoamérica cayeron de manera más profunda, y especialmente en México, que en cualquier otra parte de la periferia. En segundo lugar, se produjo una aceleración del crecimiento de la productividad total de factores en la minería[19]. Esto, fomentó la importación de bienes de equipo y de insumos para la manufactura puesto que se incrementaron los términos de intercambio relativo a los ingresos. En tercer lugar, se considera a la depreciación de las monedas locales —es decir, el aumento de la competitividad de los productos domésticos. Por último, dado el éxito del desarrollo del centro industrializado, se produjo un encarecimiento relativo de los costes de mano de obra en esta región frente a los de la periferia pobre.

Repasando la respuesta política, de aranceles al comercio, implementada en la periferia autónoma, y en todo el mundo, se documenta el persistente sesgo proteccionista entre el año 1865 y 1920. Sin embargo, las pruebas relativas a la situación reinante a finales del siglo XX proporcionan un sólido respaldo al planteamiento de que la protección dificulta el crecimiento. Cabe mencionar además que el crecimiento, la paz y la estabilidad política  posterior a la década de 1860 no generaron una inclusión democrática[20]. Willliamson concluye por ello, que si el objetivo era el desarrollo industrial de la periferia, la política arancelaria no era la mejor medida. En todo caso, lo más acertado habría sido la concesión de subsidios a los insumos industriales, unos niveles de protección muy eficaces a aquellas industrias que fueran altamente dependientes de la capacitación profesional y que generaran externalidades positivas para otras industrias.

Figura 5: Promedio no ponderado regional de los aranceles regionales antes de la Primera guerra mundial.


Tomado de Williamson, J. G.  (2011)
Fuente: Coatsworth , J. H. , and J. G. Williamson (2004: Fig. 2).


Conclusiones

La principal conclusión a la que llega Comercio y Pobreza, es que existe una correlación positiva entre la paulatina globalización del mundo y la brecha económica, y que además se constata una relación causal entre estas, que determinó finalmente la división del mundo entre el Primer y el Tercer mundo. Llegar a esta conclusión es posible al haber estudiado los canales del impacto: la desindustrialización, el aumento de la desigualdad y la volatilidad de los precios de los productos básicos. Finalmente, una segunda conclusión a la que permite llegar Comercio y Pobreza, es que los países que tienen la facultad y la voluntad política necesarias para llevar a cabo políticas dirigidas a fomentar la industrialización en la periferia, pueden en definitiva debilitar, o incluso eliminar, la relación entre las explosiones de los términos de intercambio y la reducción del crecimiento de las naciones que tratan de desarrollarse. Asimismo, se infiere que esto solo será posible con el establecimiento de instituciones políticas inclusivas en la periferia, que concedan la capacidad de supervisión de la actividad pública, que se centren en el desarrollo social del Tercer mundo y no en los intereses de búsquedas de rentas.

Finalmente, no se ha pretendido aquí abordar a profundidad todas las ideas plasmadas en el libro de Williamson, su aporte es valioso y los múltiples temas abordados en el libro, harían imposible dicha tarea en esta corta reseña. El propósito de estos párrafos ha sido de invitar al lector a leer Comercio y Pobreza. El libro presenta una serie de preguntas esenciales a las que ofrece respuesta con argumentos válidos y consistentes con los hechos, y que deberán resultar imprescindible para cualquier ciudadano interesado en estudiar nuestro mundo social. Más aún, el contexto en el que se desarrolla y difunde el libro es propicio para volver a debatir los temas referidos al comercio y a la desigualdad. Nuestro país actualmente afronta una caída estrepitosa de sus términos de intercambio y ante el inminente desarrollo de una nueva normal china, se hace preciso abordar las ideas que permitan derivar políticas de desarrollo orientadas a liquidar los efectos que La Gran divergencia tuvo, y sigue teniendo, sobre el Tercer mundo.



[1] Jeffrey Williamson es profesor emérito en economía por la Universidad de Harvard, así como miembro honorario del Departamento de Economía de la Universidad de Winsconsin. También ha sido presidente de la Economic History Association.

[2] La primera edición de la obra en inglés, Trade and Poverty, When the Third World Fell Behind, se publicó en 2011 por The Massachusetts Institute of Technology Press. La versión en español se publicó en 2012 por el Grupo Planeta Spain y bajo el título Comercio y pobreza: Cuándo y cómo comenzó el atraso del Tercer Mundo.

[3] Antes de producidos estos inventos, el comercio local europeo poseía un carácter típicamente no competitivo al basarse fundamentalmente en bienes transables de ultramar (materias primas, especias y otros) que, dadas sus características, su importación no competía con los productos europeos. Así, se menciona que “el espectacular avance que experimenta el libre comercio después de la segunda guerra mundial, tras la autarquía vigente durante el periodo entre guerras, sigue siendo inferior al descenso de cuarenta y cinco puntos porcentuales que hemos visto sufrir entre los años 1870 y 1913” (Williamson, J. G., 2011, pág. 31)
[4] Durante este periodo, los índices de crecimiento [en el centro rico: Europa occidental y sus países satélites de habla inglesa] se multiplicaron como mínimo por cuatro, hasta alcanzar un 2,4 por ciento anual (Williamson, J. G., 2011, págs. 35-36).
[5] Este elemento reforzó la tendencia a la divergencia determinando que las tasas de crecimiento de la periferia se rezagaran (cap 5 y 11) aunque finalmente, llegado un punto de madurez industrial, las manufacturas empezaron a crecer a tasas similares a las del PBI.
[6] Hasta la década de 1850 los precios relativos de los productos textiles experimentaron una caída drástica en todo el mundo, dado que la revolución industrial redujo los costes unitarios de producción en los países exportadores y que las innovaciones tecnológicas imprimieron un sesgo descendente a las curvas de suministro.
[7] El incremento de la productividad en el sector de manufactura también explica la caída en los precios mundiales de los bienes industriales. De esta forma se determinó que este sector sea menos rentable en los países de la periferia.
[8] Paralelamente, China y el resto del Asia oriental no experimentarían una gran expansión de sus términos de intercambio, de hecho mientras el resto de la periferia iniciaba su explosión China afrontaba su gran desplome. Este, consistió en la caída de los términos de intercambio a la quinta parte del valor que presentaron en 1796, esto se debió al incremento del precio del opio que China importaba —cerca del 50% del total de sus importaciones para la década de 1880— de la Compañía de las Indias Orientales que en definitiva era un monopolio. La otra excepción fue el Japón que permaneció cerrado al comercio mundial hasta mediados de la década de 1850.
[9] Esta volatilidad surge a raíz de los diferentes mecanismos de formación de precios que operan en los mercados internacionales y consecuencia de ella se origina el problema de la « disparidad dinámica de la demanda». Al respecto Jiménez F (2011) señala que “Por el lado de la demanda, la elasticidad ingreso de la demanda por importaciones es distinta en el centro y la periferia, por las características de los bienes que se importan. De este modo, cuando aumenta el ingreso en el centro, la demanda por materias primas aumenta menos que proporcionalmente (es decir la elasticidad ingreso de la demanda por  importaciones del centro es menor a uno) mientras que, en la periferia, al aumentar los ingresos, la demanda por bienes industriales aumenta más que proporcionalmente (la elasticidad ingreso de la demanda por importaciones de la periferia es mayor a la unidad).”
[10] Un resultado curioso al respecto es que en 1750 China e India acumularan el 57% del total de la producción manufacturera y 47% del producto bruto interno mundial (Maddison , A., 2007), lo que las calificaba como tan industrializadas como el centro europeo en épocas posteriores. En contraste, el resto de la periferia apenas representaba un 15.7% de la producción manufacturera y cerca del 31% del PBI global.
[11] El ejercicio se lleva a cabo para otros países obteniéndose resultados similares y se obtiene como conclusión que, en regiones como el Imperio Otomamo, Egipto, India y las Indias Orientales Neerlandesas, la destrucción de las industrias domésticas resultó
espectacular. El daño, sin embargo, fue menor en China y México. En contraste, Japón inició su industrialización. Esta disparidad entre países de la periferia se puede deber en principio a los diferentes términos de intercambio que afrontaban, la dotación inicial de factores y las resistencias por el lado de la oferta doméstica.
[12] Véase: Lewis, W. A. 1978a . The Evolution of the International Economic Order . Princeton University Press .
[13] Este es un concepto utilizado para explicar la concentración del ingreso e indica que esta se encuentra asociada principalmente con el hecho que una pequeña minoría, los súper ricos, se llevan realmente la “parte del león”. Véase López, R. , Figueroa, E. y Gutiérrez, P. (2013).
[14] Esta frontera es una curva basada en la máxima desigualdad que las elites habrían podido extraer de acuerdo a los diferentes niveles de ingresos per cápita y suponiendo que todo el mundo, a excepción de ellas, tienen un ingreso mínimo de subsistencia (MarcadorDePosición1pág. 186).
[15] Por ejemplo, Argentina, pasó de presentar un índice (1911=100) de la relación renta-salario de 337,1  en 1885-1889, a 51,0 en 1925-1929. En oposición, el índice para Japón, pasó de 79,9 a 202,4 durante el mismo periodo. Se infiere que la globalización indujo un pronunciado incremento de la desigualdad en buena parte de la periferia pobre, ya que en  dicha región los países se especializaban en la exportación de materias primas. En cambio en el Asia Oriental sucedió lo contrario ya que en esta zona la actividad económica se había ido centrando progresivamente en la exportación de manufactura.

[16] Williamson señala que “mientras que un país empieza a especializarse en las manufacturas, la ventaja comparativa de que goza en el ámbito industrial se verá reforzada, estimulándose al mismo tiempo su crecimiento general. No ocurre lo mismo, en cambio, en el caso del exportador de materias primas. Paul Krugman, Anthony Venables y otros autores han mostrado formalmente que una explosión del comercio mundial puede contribuir a instaurar una divergencia económica entre dos o más socios comerciales, y nosotros afirmamos aquí que también contribuyeron en su momento al surgimiento de la gran divergencia que habrá de registrarse a lo largo del siglo XIX” (MarcadorDePosición1pág. 227).
[17] Estimaciones de la volatilidad de los términos de intercambio[17] registrada entre  los años 1865 y 1939 para 27 países alrededor de mundo (24 de la periferia y 3 de las potencias coloniales del centro europeo: Francia, Alemania y Reino Unido) indican que esta volatilidad en el caso de la periferia pobre fue de aproximadamente 2,7 veces la reportada en el núcleo rico de las potencias analizadas. Así, las cifras señalan que tanto antes de 1913 como después de 1970, la volatilidad de los precios de intercambio de las  materias primas se situó en niveles exactamente igual de elevados en el momento en que comenzaron a concretarse buen parte de los fenómenos que condujeron a la Gran Divergencia.
[18] Al respecto hay que señalar que a partir de la década de 1880, Latinoamérica vendría a imponer las tasas arancelarias más elevadas del mundo, y antes de que terminara dicha década los Estados Unidos serían el único país que superara, en promedio, dichas tasas (Williamson, J. G., 2011, pág. 253).
[19] Al respecto, E. Beatty (2000) argumentó, de manera convincente, de acuerdo a Williamson, que la producción minera mexicana, especialmente la de la plata, provocó un fuerte descenso de los términos de intercambio y ello contribuyó a su proceso de industrialización.
[20] Resultado de ello, los países de la periferia pre-moderna tenderían a producir unos gobiernos oligárquicos, y guiados por la necesidad de obtener mayores ingresos fiscales continuaron la política de protección arancelaria, es decir no hubo voluntad política para el cambio.

Referencias

Bairoch , P. (1982). International industrialization levels from 1750 to 1980 . Journal of European Economic History 11 ( Fall ), 269 – 333 .
Beatty , E. (2000). The impact of foreign trade on the Mexican economy: Terms of trade and the rise of industry 1880 – 1923 . Journal of Latin American Studies 32 :, 399 – 433.
Blattman , C. , J. Hwang , and J. G. Williamson. (2007). The impact of the terms of trade on economic development in the periphery, 1870 – 1939: Volatility and secular change . Journal of Development Economics 82 ( January ), 156-179.
Coatsworth , J. H. , and J. G. Williamson . (2004). Always protectionist? Latin American tariffs from independence to Great Depression. Journal of Latin American Studies 36 ( part 2 ), 205 – 32.
Jiménez F. (2011). Crecimiento económico: enfoques y modelos. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Lewis , W. (1978). The Evolution of the International Economic Order. Princeton: Princeton University Press .
Lewis , W. A. (1980). The slowing down of the engine of growth . American Economic Review 70 ( September ), 555 – 64 .
López, R. , Figueroa, E. y Gutiérrez, P. . (2013). La ‘parte del león’: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile. Santiago: Serie de documentos de trabajo. Facultad de Economía y Negocios. Departamento de Economía. Universidad de Chile.
Maddison , A. (2007). World Population, GDP and Per capita GDP, 1 – 2003AD (August 2007 update). Obtenido de www.ggdc.net/Maddison
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Williamson, J. G. (2011). Trade and Poverty. When the Third World Fell Behind. London, England: The MIT Press, Cambridge, Massachusetts.

viernes, 9 de octubre de 2015

Ensayo: Productividad en el Perú, una agenda pendiente

Resumen

El presente documento aborda el tema de la expansión de la productividad en el Perú como un fenómeno endógeno al crecimiento, la acumulación del capital y la cualificación de los factores. Considerando la <<calidad de sociedad>> como medida del progreso social se plantean los temas pendientes para la superación del estancamiento de la productividad, y propone los instrumentos necesarios para su superación. Así, se fundamenta la diversificación del aparato productivo, el impulso a la educación como vehículo de difusión tecnológica y formalización, y el despliegue de una estrategia de articulación y compromiso social para la sustentabilidad de la reforma.

¿Cuál es la visión país que tiene del sector seleccionado?

El Perú es una sociedad democrática, de instituciones inclusivas garantizadas y articuladoras de causas nacionales. Ha alcanzado un alto nivel de  <<calidad de sociedad>>  como resultado del crecimiento económico, la reducción de la desigualdad, y la menor degradación medioambiental (Figueroa, 2015). En esta sociedad se desenvuelve una economía diversificada, competitiva y generadora de riqueza colectiva, que expande el producto y así la productividad. Su territorio se encuentra integrado y abierto al mundo. Tiene una población altamente educada, difusora de tecnologías y con empleo formal y digno. Se respeta a la naturaleza, se promueve la preservación de su biodiversidad gestionando adecuadamente sus recursos. El país tiene una visión de largo plazo y despliega estratégicamente sus planes de desarrollo nacional, es un referente en la región y la mayor historia de la que se enorgullece su gente es la que está por venir y la que ya han comenzado a construir.

¿Cuál es el contexto actual de este sector que refleja los temas aún pendientes para su éxito en el país?

Los datos para Latinoamérica indican que la desaceleración de la expansión de la productividad total de los factores es un fenómeno endógeno a la pérdida de dinamismo del crecimiento económico general y de la acumulación de capital físico (CEPAL, 2014).  De acuerdo a ello, la concentración de la producción y del capital en sectores primarios que no generan rendimientos crecientes, como si el industrial,  habría jugado un papel determinante en la caída de la productividad de los factores. Adicionalmente, el sistema de innovación nacional se encuentra en una etapa de desarrollo incipiente (GRADE, 2011) y con un entorno desfavorable aún para su desarrollo (GII, 2014). El bajo uso de la tecnología en la mayoría de los procesos productivos transformadores, como la poca difusión de ellos desde los sectores intensivos en capital, ha impedido el desarrollo de procesos de innovación que encuentren, por ejemplo, en los centros de formación superior aliados para el desarrollo de clusters que se incorporen a las cadenas globales de valor.

Más aún, el país sigue manteniendo un bajo nivel de complejidad económica de su matriz productiva (Harvard University - MIT, 2012). De hecho, los motores del crecimiento siguen siendo los sectores primarios, de poca generación de valor y difusión tecnológica, y los no transables caracterizados por su baja productividad. Así, mientras la inversión se sigue orientando en minería, sector altamente productivo y cualificado pero de reducida transformación y empleo de trabajo -1,3% de la PEA ocupada el 2012-, se olvida a los sectores agropecuario, comercio, servicios y construcción que, aunque ocupan cerca del 60% de la PEA, no son tan rentables como los extractivos, además de ser ramas de baja productividad, intensivos en trabajo no cualificado y de empleo informal (MINTRA, 2013)

En cuanto a las condiciones laborales, determinantes también de la productividad, el alto nivel de desigualdad socio-económica que se mantiene, como el de informalidad,  son algunas de las causas principales por las que el país es considerado el segundo peor de Sudamérica en derechos laborales (CSI, 2015). Adicional a ello, el tardío empleo del planeamiento estratégico como herramienta orientadora de la toma de decisiones de largo y mediano plazo ha retrasado la implementación de reformas. Además, el tema de los recursos naturales, otro factor de productividad y de la sostenibilidad del modelo de crecimiento, ha quedado olvidado. Ello se observa en la falta de acciones concretas orientadas a reducir, por ejemplo, la huella ecológica que, según tendencias, acerca a convertir al país en un deudor ecológico (Global Footprint Network, 2015). Finalmente, la persistencia de brechas de infraestructura.  a nivel regional desalienta las inversiones generando un efecto negativo en el producto y el empleo, sin ofrecer estímulos para el desarrollo de una economía más sofisticada.

¿Cuáles cree usted que son los retos para lograr esta visión?

Un primer desafío que deberá afrontar el Perú para garantizar la mejora sostenida de su productividad en un ambiente de innovación constante, sostenible con el medio ambiente, y de difusión tecnológica es el de la reestructuración de su matriz productiva. El demostrar que otro camino es posible y que dicha reestructuración evitará la pérdida de dinamismo en el crecimiento, mitigando los shocks de los términos de intercambio, y ofreciendo una alternativa viable para la superación de la trampa de los ingresos medios.
Un segundo desafío es el de la cualificación del trabajo y el de la reducción de desigualdades. Para llevar a cabo actividades transformadoras será necesario contar con trabajo más calificado y especializado. Además, respetar sus derechos y velar por que se cumplan. Superar las actuales brechas de infraestructura, de acceso a los servicios públicos de calidad, como la educación, y las existentes entre el sector formal y el informal constituyen pilares de esta agenda.

El último desafío corresponde a la construcción de una visión compartida de la sofisticación productiva y de la cualificación del trabajo por los agentes sociales. La reconciliación del sector público y privado, y su reunión alrededor de una visión compartida de desarrollo nacional garantizará que la estrategia de modernización del país se convierta en una política de Estado y que acompañada de un marco institucional solido se convierta en una fórmula sostenible del progreso social.

¿Qué instrumentos son necesarios para enfrentar dichos retos? 

La superación del crecimiento impulsado fundamentalmente por las actividades primarias, altamente sensibles a los shocks externos, y por los sectores no transables, caracterizados por su baja productividad, requerirá dejar atrás una economía monolítica e impulsar la diversificación productiva creadora de valor y  con una explotación de los recursos coherente con la preservación ambiental. La implementación de la política tendrá que aprovechar las ventajas con las que se cuentan. Un primer paso debe ser la agroindustria, la manufactura textil, las industrias articulándolas a las cadenas globales de valor. Seguidamente, y de la mano de la atracción del talento global y nacional en ciencias y tecnología, se deberá continuar con procesos de mayor transformación, en la industria petroquímica por ejemplo. No obstante, sectores como la minería y las actividades terciarias no deben ser abandonadas, sino incorporadas al proceso de transformación. Deberá impulsarse el establecimiento de clusters de vinculación estrecha entre universidades, industria y gobierno con el fin de dotar al proceso de personal calificado y a la vez garantizar la difusión tecnológica en las cadenas nacionales. Asimismo, esta política no debe descuidar la gestión de la deuda externa ni los compromisos de estabilidad monetaria. 

La cualificación laboral deberá realizarse desde dos frentes dirigidos a apoyar la reducción de la informalidad y a mejorar de las habilidades transmitidas desde las aulas. El primero corresponderá a la cualificación inmediata de la masa actual de trabajadores y a la supervisión de sus condiciones laborales. A ellos deberá brindárseles capacitaciones, i.e. tipo learning by doing, por parte de sus empleadores a quienes se les otorgará beneficios fiscales. El otro frente, de más largo plazo, será el de la búsqueda de la calidad educativa, en todos los niveles, como vehículo del desarrollo tecnológico, generadora de rendimientos crecientes y por lo tanto de incremento de la productividad. Deberá iniciarse la reforma educativa en las escuelas e institutos, y deberá fortalecerse y mejorarse en las universidades. Además, con el fin de reducir las brechas de acceso a los bienes públicos entre el ámbito urbano y rural, y entre las regiones, se hace preciso un Plan de Infraestructura que mida el déficit y se engarce dentro de los objetivos instancias políticas involucradas.

Finalmente, para que el proceso de incremento de la productividad sea viable deberá constituirse como un proyecto estratégico de estado. Para ello debe superar las barreras que el ciclo político acarrea. Así, la sociedad civil organizada, los capitalistas nacionales y el gobierno deben apropiarse del plan y para ello deberán participar del mismo en una visión compartida y mediante instituciones políticas inclusivas. De acuerdo a ello, instituciones que impliquen mayor articulación entre y por encima de los sectores, como el Acuerdo Nacional y el Consejo Nacional de la Competitividad deberán ser fortalecidas. Resultados distintos, como en este caso la mayor productividad, innovación y desarrollo, no serán conseguidos de seguir haciendo lo mismo ni de depender siempre de las prosperidades, gloriosas aunque efímeras,  de los recursos naturales. El destino se trabaja sobre la conciencia de los hombres.

Bibliografía

CSI. (2015). Índice Global de los Derechos de la CSI. Los peores países del mundo para los trabajadores y trabajadoras.
Figueroa, A. (2015). Growth, Employment, Inequality, and Environment. Unity of Knowledge in Economics. New York, United States: Palgrave Macmillan.
GII. (2014). The Global Innovation Index 2014: The Human Factor in Innovation. Fontainebleau, Ithaca, and Geneva.: Cornell University, INSEAD, and WIPO.
GRADE. (2011). Políticas de ciencia, tecnología e innovación. Lima, Perú: Ediciones Nova Print SAC.
Harvard University - MIT. (2012). The Observatory of Economic Complexity. Obtenido de https://atlas.media.mit.edu/es/
MINTRA. (2013). Informe Anual del Empleo en el Perú 2012. Lima, Perú.