Pages

domingo, 7 de febrero de 2016

Reseña a Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú

La desigualdad de los ingresos como todo proceso económico[1] y social se determina en el tiempo y a lo largo de él va adoptando características particulares de acuerdo a los hechos económicos, sociales y políticos que terminan configurándolo. Es así que Contreras et al (2012) se proponen “reflexionar sobre los orígenes históricos del fenómeno de la desigualdad económica en el Perú” (p.1). Ellos llaman la atención respecto a la permanencia y consolidación de la desigualdad en América Latina a casi doscientos años de independencia. Parten reconociendo que el pasado histórico, en especial el colonial iniciado en el S. XVI y que culminó en el S.XIX, posee un lugar importante a la hora de explicar la desigualdad. Así indican que una vez iniciada la civilización comercial colonial de los recursos naturales de América “(…) la desigualdad rápidamente se abrió paso, conformándose un mundo bipolar, en el que no solo los niveles de riqueza y bienestar eran harto distintos entre colonos y nativos, sino que también lo eran sus capacidades y derechos” (p.1-2).

Los autores hacen una breve revisión de la literatura relacionada al estudio de la desigualdad en América Latina: desde la teoría cepalina de la dependencia y de la escuela marxista, que indicaban que la convivencia de estructuras modernas venidas desde Europa junto a otras de menor desarrollo tecnológico como la latinoamericana basada en economías agrícolas explicaba la persistencia de la desigualdad, hasta el enfoque institucionalista con su dependencia del camino que explicaba la dificultad de cambiar las distintas trayectorias del desarrollo originadas por las diferencias en las instituciones del tiempo fundador de las naciones desarrolladas y las que no lo eran. También mencionan los aportes de Acemoglu et al (2002) con su teoría de las instituciones extractivas, de Figueroa (2003) al explicar la necesidad de la homogeneidad social y política para lograr el desarrollo y de Coatsworth (2008) con sus imperios débiles y el papel de la inestabilidad política de la etapa post-independencia.  

A inicios de la colonia, la marcada desigualdad tanto en los ingresos como en los activos sociales y políticos fue vista como la base de un ordenamiento jerárquico necesario —de origen divino— y muchas veces justificado en favor de la estabilidad social. La sociedad se encontraba dividida entre colones españoles, mestizos, indígenas y esclavos. Los privilegios que poseían unos y carecían otros se determinaban básicamente por la cristiandad[2]. La economía contaba como pilares al comercio, la minería y la agricultura. En cuanto a la distribución de la riqueza y el empleo eran los españoles quienes se dedicaban a la actividad comercial y a las funciones públicas, poseían las mejores tierras y en su mayoría se ubicaban en las áreas urbanas. Los mestizos poseían una estatus de “segundones” en relación a las actividades que los españoles realizaban, los indígenas eran campesinos de subsistencia y los esclavos carecían de derechos.

Finalmente, Contreras et al (2012) realizan una periodización tentativa de la desigualdad en el Perú una vez conseguida la independencia. La primera fase (1821-1890) arranca con el nacimiento de la República. El periodo se caracteriza por un incremento del tamaño relativo de los indígenas, la expropiación de las propiedades españolas por parte de la nueva República, su progresiva redistribución, la abolición de la esclavitud y la elaboración de constituciones liberales. Sin embargo, a pesar del escaso alcance del Estado en materia reguladora y sancionadora, así como el aún convulsionado escenario político y la concentración de la riqueza que resultó del Boom del guano, el balance fue favorable a la reducción de la desigualdad.

El segundo periodo (1890-1940) es “complicado” en término de los autores y se inicia años después de terminada la guerra con Chile. Durante este periodo la concentración de la propiedad aumentó a un nivel superior a los de épocas anteriores. Se fortaleció el aparato regulador del Estado, se permitió el latifundio minero, ingresaron capitales extranjeros, y se produjo a la par de un auge exportador agrícola una modernización de la economía. El balance del periodo es difuso, aunque los autores citando a Hunt (2011), y su reedición, indican que los salarios reales de los trabajadores del sector capitalista, junto a los ingresos de los propietarios y a los trabajadores más calificados, sí habrían mejorado (p.32).

El tercer periodo inicia en 1940. Los procesos migratorios a la ciudad consiguieron la formación de la población urbana marginal empleada fuera del sector capitalista formal. Junto a la urbanización de la población se produjo una mejora en diferentes indicadores sociales como la caída de la tasa de mortalidad y la reducción del analfabetismo (39% en 1961). Sin embargo, producto de los cambios demográficos y sociales acontecidos se hacía notorio la necesidad de atender a las necesidades de un amplio sector de la población por una reforma agraria y la industrialización de la economía.




[1] La realidad social es compleja, así la economía para estudiarla hace uso del método de la abstracción y la transforma en una serie de procesos que pueden ser modelados para su estudio. Estos se caracterizan por su repetición y regularidad temporal (Figueroa, 2015).
[2] “(…) Solo los cristianos viejos podían llegar a ser miembros del alto clero, prominentes oficiales del ejército o una autoridad de elevada jerarquía; solo ellos podían aspirar a gozar de la posesión de una encomienda, del permiso para ejercer el comercio ultramarino, ser titular de una mina y de la partida de mitayos que esta podía implicar.” (Contreras et al, 2012, p. 8).


Referencias

A. Figueroa. (2003). La sociedad sigma: una teoría del desarrollo económico. Lima: Fondo de Cultura Económica y Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
C. Contreras, S. Gruber, C. Mazzeo. (2012). Orígenes históricos de la desigualdad en el Perú. Lima: Departamento de Economía (Documento de Trabajo 328). Pontificia Universidad Católica del Perú.
D. Acemoglu, S. Johnson y J. Robinson. (2002). The reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution. Quaterly Journal of Economics, vol. 117, no. 4 pp. 1231-94, 1231-94.
Figueroa, A. (2015). Growth, Employment, Inequality, and Environment. Unity of Knowledge in Economics. New York, United States: Palgrave Macmillan.
Hunt, S. (2011). La formación de la economía peruana. Distribución y crecimiento en la historia del Perú y América Latina. Lima: BCR, IEP, PUCP.
J. Coatsworth. (2008). Inequality, Institutions and Economic Growth in Latin America. Latin American Studies 40, Cambridge University Press, 545-569.